Ninguna asociación, comunidad o grupo de personas que recogen firmas por algún motivo, NUNCA JAMÁS piden dienro.
Lo mejor de estas timadoras, es que de sordomudas, nada de nada, hablan y oyen perfectamente.
Como podeís ver en las imágenes, (tomadas en el Retiro) acosan a todo el mundo. ¿La policia no puede hacer nada?. Seguro que las tienen más que fichadas, pero claro como son menores, pues hala a jodernos todos, y si alguno pica, pues eso que se llevan.
8 comentarios:
Conozco el colectivo de personas sordas muy bien y efectivamente nunca hacen ese tipo de cosas. Es una pena que se aprovechen de una circunstancia así para dar pena y mendigar. Puede que esten desesperadas pero eso no justifica el engaño.
la ley del menor debe cambiarse.
Se aprovechan estas caras duras de este colectivo.Yo una vez me encaré con una.Qué aprovechadas.
No las he visto ni he topado, pero algun caso he visto en el metro, como gente con una minúsvalia, va por los pasillos, la gente se levanta para cederle el sitio, pero lo que quieren es limosna, asi que en vez de ser un buen samaritano, te han cazado y le das unas monedillas.....
Como alguien comento anteriormente Qué aprovechados..
No se de qué os extrañáis. ¿No es de aquí de donde salen El buscón, el Lazarillo, la literatura picaresca? pues lógico y normal que sigan proliferando los timadores y demás trileros
Pues mira, la primera vez que me crucé a una de ellas si me consiguió quitar un par de euros.
Es lo que tiene el desconocimiento y la confianza...
Eso sí, una y no más.
Es terrible que se aprovechen no sólo de la gente si no de los problemas de algunas personas para dar pena.
Un saludo.
En mi caso me han parado para firmar una protesta de las minas antipersona etc. y luego de firmar te piden una donación, pero me niego, si quieren pasta que la pidan y que no te líen para luego sablearte. Al final no haces caso a nadie y pagan justos por pecadores.
Recuerdo una chica que entró un día al trabajo y un compañero mío le dío 5 euros (y encima se sintió bien). Cuando fue la chica para la puerta, que estaba cerrada, le costaba abrirse. Entonces, yo que no me acordaba que era sorda, le grité para decirle como se abría y ella volvió su cabeza para mirarme. Cuando se dio cuenta, vino hacia mí como quien lee los labios y me hizo gestos para que le dijera la hora. ¡A quién va a engañar!
también pululan mucho por el metro
Publicar un comentario