Mi hijo ha tenido un pequeño (o gran percance, depende como se mire) en la calle y tiene una lesión en la rodilla que le obliga a ir con muletas. Muletas cutre salchicheras, claro, no como las del Rey que llevan hasta intermitentes, que con eso de los recortes ya sabéis que la seguridad social no las cubre y hay que pagarlas a toca teja.
Ayer tuve que ir a hacer unas compras a Ikea. Tuve suerte y aparqué en la puerta.
Nada más poner un pie en la tienda, se nos acercó un empleado ofreciéndonos una sierra de ruedas, para facilitarnos las compras.
Me quedé muerta, yo sabía que ofrecían carritos para los niños, pero no tenía ni ídea de que también se acordaran de los minúsvalidos.
Eso sí que es atención al cliente y lo demás tonterias, porque todos somos potencialmente minusválidos y nadie se acuerda de ese detalle, no hay nada más que ver como están las calles.
Así que ahí queda esta felicitación a Ikea, por hacerme tan cómoda la compra.